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viernes, 6 de septiembre de 2013

LA SOMBRA DEL DESTINO


Lo peor que te puede pasar en la vida es no ser el protagonista de tu propia existencia. O quizá todavía haya algo peor: haber sido protagonista y ahora estar al otro lado del espejo, en un mundo paralelo con apariencia de mundo real.

Mi amigo Moisés Durán en su libro "La sombra del destino" hace un reconocimiento a los héroes silenciosos y me elige a mí (que no soy ningún héroe ni, por supuesto, me gusta estar callado) como hilo conductor de sus metáforas.

Justo antes del Epílogo, una frase entrecomillada avisa a navegantes "Las revoluciones comienzan cuando los amotinados ya no tienen nada que perder" Y yo quiero liderar la revolución en el País de Los que no existen, porque creo que tengo mucho que ganar y porque, habiendo perdido todo lo material, me queda lo verdaderamente importante para iniciar revoluciones: el amor, los sueños, la ilusión para ir a por ellos, la capacidad de aprender y la de enseñar a otros a no cometer mis mismos errores.

Agradezco a Moisés la gran oportunidad que ofrece a mis hijos con su libro para el día en que estos sean mayores: la oportunidad de que puedan conocer otra versión de su padre, una contada por alguien que podría haber hecho libro la vida de muchos otros pero que decidió que yo podía representar una serie de valores más o menos necesarios en el mundo de hoy.

Recuerdo como en el entierro de mi padre pude completar la esencia de su verdadera personalidad que, si bien intuía excepcional, cuando algunos de sus amigos que habían estado con él, en una época en la que yo ni siquiera había nacido, me contaron lo que pensaban y recordaban de su persona, ya no tuve duda alguna de quién había sido.

Gracias a "La sombra del destino" y a Moisés, mis hijos no velarán mi cadáver sin saber que el padre que veían al otro lado del espejo no se metió allí para alejarse de ellos. Sólo confío en no tener que obligarles a pagar mi entierro, porque ya bastante tendrán en ese luctuoso momento con repudiar mi herencia material cargada de deudas.

Mientras tanto, como decía la canción, seguiré viviendo 'a mi manera', en un carpe diem maravilloso que, por lo vivido hasta hoy, siempre ha alimentado mi pasado de buenos recuerdos y de mejores amigos. Amigos como Moisés con los que será un orgullo compartir un trocito de mi 'revolución'  a cambio de poder seguir disfrutando de su amistad y de su gran sentido del humor.  




    

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