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viernes, 15 de enero de 2016

ÉPICA EMPRENDEDORA

El pasado mes de agosto, un sudanés de 40 años cruzó a pie los 50 kilómetros del Eurotúnel. 

A oscuras. Solo. 

Abdul culminaba así una travesía de más de 7.000 Km que había iniciado en su africano país natal hacía más de dos años.

Cuando vio la luz del ‘brillante’ sol inglés, que tanto había soñado, fue convenientemente detenido por ‘obstruir’ la circulación ferroviaria.

Metáfora del emprendedor: travesías épicas con finales inciertos.

Emprender es ponerse en marcha movido por una ilusión. 

Abdul se puso en marcha soñando con una vida mejor. Una vida que empezaría de nuevo en un lugar del que sabía mucho menos de lo que imaginaba.

Emprender es caminar sin parar, desviarse para sortear obstáculos aunque ello te aleje del objetivo y te obligue a recorrer mucha más distancia y a gastar muchos más recursos de los inicialmente previstos.

Abdul no dejó de caminar por desiertos y carreteras infinitas, pero también tuvo que nadar, escalar, esconderse… sólo le faltó volar.

Emprender es saber que, en los momentos de máxima oscuridad, estarás solo, aferrado a la poca esperanza que todavía guardas en tu corazón y que te dice que es mejor seguir que abandonar, aunque tu cerebro piense lo contrario.

Abdul es negro. Dentro del Eurotúnel. 
No sabe cuántos kilómetros ha recorrido ni los que todavía le quedan por recorrer. Siente bajo sus pies intensos temblores y sobre su cabeza una gran presión. Confunde alguna gota de su propio sudor con algo que le aterroriza, sabe muy bien lo que hay unos cientos de metros más arriba.

El emprendedor, invisible. Mimetizado con el entorno para sobrevivir. Angustiado por lo inestable de su situación, presionado por las miles de normas y leyes que debe cumplir sin ni siquiera conocerlas, espadas de Damocles con hojas bien afiladas. También suda.

Abdul se adhiere a la pared del túnel. De pronto todo se ilumina. Siente como si algo o alguien quisiera succionarlo y llevarlo consigo. Hacia el final. 
Otro tren ha pasado. Sabe que nadie le ha visto. Se despega y sigue caminando.

El emprendedor siempre en la cuerda floja. Un mínimo tropiezo y todo acaba. Trágicamente. Salvando puntos de partido, siempre de forma heroica. Muy cansado de un entorno hostil, una realidad no hecha para él. Con ganas, muchas más de las que sería capaz de reconocer públicamente, de que todo acabe.

Abdul abre los ojos. Despierta lentamente de una negra pesadilla. En realidad siempre los tuvo bien abiertos y la pesadilla no acaba nada más que de empezar. La luz del día en Inglaterra es casi oscuridad. Se escabulle alejándose de lo que pudo ser su tumba y corre hacia el que cree que será su hogar.

El emprendedor y sus momentos de esperanza. Insignificantes alegrías de las que nutrirse. 

Abdul es libre. Por unos instantes.
La policía británica comprueba que su rostro casi coincide con el que grabaron las cámaras de seguridad ubicadas en el acceso francés del Eurotúnel hace unos días, y que coincide exactamente con el que facilitaron las cámaras del lado británico. Un rostro de miedo y determinación frente a otro de cansancio y alegría. Ambos de Abdul.

El emprendedor cree muchas veces que lo ha conseguido. Más tarde se da cuenta de que no.
Su objetivo cambia, se minimiza, se empequeñece con los años. Al principio el mundo era su meta, no había límites. Hoy su meta es sobrevivir. La travesía en la oscuridad ha sido muy larga. Nada que reprocharle.

Abdul comparecerá ante un tribunal británico. Con suerte y con la ayuda de alguna ONG no será deportado. Ya se ha dado cuenta de que su sueño no coincide con su realidad. Es lo que hay. En el lugar de donde procede no te imputan, te matan. Aquí, por lo menos, mueres por tus propios medios.

Emprender es creer que no hay otra forma mejor de ganarse la vida. Se trata de ponerse en camino hacia un destino ilusionante que, cual horizonte, se aleja más y más según caminas. 

Emprender es realizar imposibles, hacerte amigo de la oscuridad, amanecer en lugares desconocidos, sobrevivir en vez de ‘supervivir’. 

Hay que tener poderosas razones para cruzar andando y en plena oscuridad un túnel de más de 50 kilómetros excavado bajo el mar. 

Y también para emprender, aunque en este último caso, la necesidad por si sola nunca será suficiente razón, sólo la pasión te podrá salvar de los muchos ‘trenes’ que intentarán atropellarte. Si no la tienes, no cruces.