Quizá uno de los lugares desde donde se la puede observar con
mayor nitidez es la primera planta del inacabado Palacio Real de Riofrío,
situado a tan sólo 11
kilómetros del mucho más conocido Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Un
palacio, el de Riofrío, rodeado de un bosque increíble, antiguo coto de caza,
con una extensión de 625
hectáreas , cercado con tapia de piedra y poblado, entre
otras muchas especies, por cientos de gamos y ciervos.
La historia de este palacio, y el motivo de traerla hoy a
este artículo es, sin duda, por representar perfectamente la metáfora del
despilfarro al que, desde tiempos inmemoriales en España, nos tienen
acostumbrados nuestros gobernantes.
Siendo rey Fernando VI, y estando en esos momentos la corte
de manera casi permanente en La
Granja de San Ildefonso, con tal de quitársela de encima, permitió
que su madrastra, la reina madre Isabel de Farnesio, construyese otro palacio a
poco más de 10
kilómetros y sin
reparar en gastos.
Ella, en previsión de que a su hijo Carlos que, en aquel
momento, era rey de Nápoles y Sicilia, no le quedase patrimonio significativo
en España, veía la construcción de un palacio que superase incluso al de La Granja en magnificencia como
la forma más obvia de defender los intereses de su primogénito ante su medio
hermano el rey Fernando. Por eso las obras se inician en 1751 y siguen un ritmo
frenético durante los siguientes siete años hasta que el palacio alcanza casi
el mismo aspecto que tiene hoy en día.
Lo que la reina madre no imaginaba (aunque no lo sintió en
absoluto) es que Fernando VI iba a morir en 1759 y que su hijo regresaría de
inmediato de Italia para ser coronado como sucesor de la corona con el nombre
de Carlos III de Borbón. En ese momento
el palacio ya no le hace falta y, en ese mismo instante, las obras de Riofrío
se paran y, casi 300 años después, podemos visitar lo que algunos llaman “el
capricho de una reina” tal y como ella lo dejó.
Lo que nadie cuenta de esta historia es qué les pasó a los
artesanos, obreros y comerciantes que proveían al nuevo palacio de todo lo
necesario para su construcción y acondicionamiento ¿llegaron a cobrar del nuevo
rey lo que se les adeudaba en el momento en que las obras se pararon? ¿tuvieron
la capacidad de reclamar a la corona sin sufrir represalias?
Teniendo en cuenta que Carlos III se verá obligado, pocos años más tarde, a lanzar
la que podríamos definir como la primera emisión de deuda pública española para
sufragar los enormes gastos de las guerras que mantenía la corona, que crearía
el Banco de San Carlos (el germen de nuestro actual Banco de España) y que
haría nacer la Lotería Nacional ,
me da la sensación de que los del palacio de Riofrío no lo tuvieron nada fácil
para cobrar.
Y todo lo anterior pasaba durante el reinado de, para muchos,
el mejor rey Borbón que hemos tenido en España, ni me quiero imaginar lo que
hubiera pasado en otros tiempos como por ejemplo en los de su nieto el Rey
Felón.
Con apenas unas leves reformas que se han ido haciendo a lo
largo de los años, al Palacio Real de Riofrío se logra darle uso como
‘pabellón’ de caza, como alojamiento puntual del rey consorte Francisco de Asís
y, durante dos meses de verano, como lugar elegido por el rey Alfonso XII para
llorar a su esposa María de las Mercedes. También fue ocupado en el pasado
siglo por el ejército e, incluso, por la Sección Femenina , hasta que
Patrimonio Nacional lo convierte en museo, destacando la parte dedicada a Museo
de la Caza , sin
duda uno de los mejores del mundo, con unos dioramas espectaculares que muestran
especies que muchos taxidermistas de hoy jamás soñarían tener entre sus manos
como el águila real o el lince ibérico.
Les recomiendo encarecidamente una visita a Riofrío y les
recuerdo que no deberían dejar pasar la oportunidad de ver, desde alguna de las
enormes ventanas del primer piso, la estampa de esa mujer yacente, metáfora de
una España que, para unos parece muerta y que otros todavía pensamos que sólo
está profundamente dormida, esperando el ‘beso’ que la devuelva a la vida.
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