Vistas de página en total

miércoles, 10 de abril de 2013

Y usted ¿practica el AHC?


Durante muchos años, casi 20, mi vida profesional estuvo totalmente vinculada al mundo hipotecario. Probablemente habré gestionado hipotecas, o bien yo directamente o bien a través de mi organización, por más de 200.000 Millones de pesetas (1.250 Millones de los actuales euros).

Esto significa que más de 10.000 familias confiaron, a lo largo de esos años, en mi capacidad profesional o en la de mi equipo, y que dejaron en nuestras manos “la inversión más importante de sus vidas” como ellos mismos decían, ya que, principalmente, nuestros clientes querían comprar su primera vivienda con esa hipoteca que les conseguíamos.

Pero esto no es todo, teniendo en cuenta que no todos los que se acercaban a nosotros a recibir asesoramiento necesariamente acababan formalizando dicha hipoteca a través de nuestra empresa, es muy probable que hayamos dado información sobre lo que implicaba contratar un buen préstamo hipotecario a más de 50.000 personas en “aquellos maravillosos años”.

No tengo la certeza absoluta, y sin duda me resultaría imposible investigarlo, saber cuantos de esos clientes ‘hipotecados’ gracias a nuestra intervención no han podido hacer frente a sus pagos y, mucho menos, saber cuantos han sido desahuciados, pero me atrevería a afirmar que muy pocos y que, probablemente, la cuantía de estos últimos, de los que hayan podido sufrir un ‘lanzamiento’, no llegue al 0,1% del total (menos de 10 familias).

¿En qué me baso para atreverme a hacer tal afirmación? Principalmente en dos premisas, la primera de ellas es que muchas de las hipotecas gestionadas habrían llegado a su fin, o tendrían saldos pendientes de amortizar muy exiguos, en el momento en que se recrudecía la crisis económica (a partir de 2010) y empezaba la desaforada escalada del desempleo (factor determinante para el impago) y la segunda premisa es que nuestras actuaciones y consejos profesionales estaban basados en un código ético auto impuesto cuya máxima principal decía “Nunca gestionaremos una hipoteca a alguien que, objetivamente, no pueda pagarla”.

Y aunque la palabra “objetivamente” se puede tornar en algo subjetivo con facilidad, los controles de calidad y de riesgo que establecíamos detectaban de forma rápida cualquier desviación de su verdadero significado que pudiese resultar potencialmente peligrosa.

Y, si ustedes han llegado hasta aquí, se estarán preguntando a qué viene este ‘rollo’ que les estoy contando, el porqué de esta ‘batallita’ grandilocuente cuando todos sabemos que “agua pasada no mueve molino”; pues simplemente para tener una base creíble que me permita esbozar una teoría o, mejor dicho, una reivindicación: volvamos a la ética de las cosas bien hechas, volvamos a ponernos límites a nosotros mismos, no hagamos las cosas porque sean obligatorias o dejemos de hacerlas sólo porque estén prohibidas.


Si cada uno de nosotros actuáramos pensando en si lo que hacemos será positivo o negativo para el conjunto de la sociedad, probablemente dejaríamos de hacer muchas cosas e intentaríamos hacer muchas otras de forma diferente.

Afortunadamente yo hoy puedo dormir tranquilo, porque a las miles de personas que, alguna vez, confiaron en mí, podría mirarles a la cara y decirles que hice lo correcto, aunque más tarde las circunstancias de la vida o causas de fuerza mayor les hubiesen podido llevar a un lugar en el que nadie querría estar.

Probablemente, si yo hubiese actuado de otro modo, hoy tendría una situación económica aceptable y no la propia de una persona arruinada (situación, por cierto, nada recomendable y que, como usted ya sabe, querido lector, he plasmado en mi libro “No hay huevos. La locura de ser emprendedor en España” para intentar evitar que otros corran mi misma ‘suerte’), aunque también creo que probablemente no dormiría tan tranquilo.

En resumen, tanto en momentos expansivos como en momentos muy difíciles, deberíamos practicar el AHC “El Arte de Hacer lo Correcto” Y deberíamos practicarlo sin frustración porque, como cualquier ‘arte’, requiere mucho tesón y mucha práctica, además de una definición clara y sin ángulos sobre lo que verdaderamente significa “hacer lo correcto”.

Yo propongo una definición si ustedes me lo permiten: “Hacer lo correcto es actuar de tal modo que te beneficies sin perjudicar a los demás”

La utopía será intentar conseguir beneficios para todos pero, si tan sólo lográsemos no perjudicar a otros cuando actuamos, estoy totalmente convencido de que estaríamos logrando mucho.

Yo practico el AHC ¿y usted?    

No hay comentarios:

Publicar un comentario