SEPE es el acrónimo de Servicio
Público de Empleo Estatal, no lo digo yo, lo dice la página web del Ministerio
de Empleo y Seguridad Social. Y lo primero que me llama la atención es que a
ese acrónimo le faltan letras o, sencillamente, las tiene mal colocadas.
Si fuese SPEE estaría bien,
porque sería casi como una droga de diseño, si fuese SEPUEMES tampoco estaría
mal porque recordaría al mantra más repetido en estos tiempos “Sí se-puemes”,
en cualquier caso para mí será siempre el INEM (Individuos Nunca EMpleados), un
lugar donde te apuntabas cuando ya habías conseguido un trabajo, sólo porque
era obligatorio que te expidieran un certificado para que la empresa que te
había seleccionado pudiese formalizar contigo el contrato laboral.
Durante muchos años como
empresario realicé contrataciones y jamás conseguí que el INEM me aportase ni
uno solo de los trabajadores que yo demandaba, eso sí, cuando seleccionaba a un trabajador éste tenía que
pasar obligatoriamente por allí, afortunadamente hacía una cola diferente a los
que estaban ‘sellando la cartilla del paro’ y perdía muy poco tiempo.
Esta reflexión me lleva a
proponer la eliminación del SEPE. Que el Ministerio de Empleo se encargue de
todo lo que tenga que ver con las prestaciones a desempleados y que la búsqueda
de empleo pase a ser de ámbito puramente privado (agencias de empleo, ETTs,
etc…). Un gasto menos.
A lo mejor estoy interpretando
mal lo que significa ser un Servicio Público de Empleo Estatal y su verdadera función
es dar Empleo Público en un Servicio más del Estado, es decir, a quienes hayan
aprobado una oposición o hayan sido contratados por la administración. En este
caso me reafirmo en lo dicho: es un organismo que sobra.
Si una empresa necesita un trabajador
no duden ustedes de que lo encontrará sin necesidad de la intermediación de
ninguna oficina pública, el problema ahora es otro totalmente distinto, en
España no hay trabajo porque no se crean empresas suficientes para que haya demanda de nuevos trabajadores y,
además, en las empresas ya existentes a veces no hay negocio suficiente para
mantenerse a flote y, mucho menos, para aumentar su plantilla teniendo que asumir
los altísimos costes sociales que eso supondría.
Podemos caer en la tentación de
valorar positivamente que a principios del mes de mayo de 2013 en España sólo
haya 5 MM
de parados apuntados en el INEM en relación a los más de 6,2 MM de ‘activos sin
actividad’ que refleja la
Encuesta de Población Activa, pero sólo estaríamos aplastando
con cifras la cruda realidad de muchas familias que no trabajan, que no
perciben ayudas del Estado y que, desgraciadamente, es muy fácil que ya formen
parte para siempre de los excluidos sociales (los también conocidos como pobres cuando no usamos eufemismos).
Entonces ¿qué hacemos? Lo primero
ponernos de acuerdo en que, para que nuestro país siga siendo un lugar donde
merezca la pena vivir, tendremos que dar trabajo, al menos, a 4 MM de personas en apenas dos
años (asumiendo todavía un desempleo cercano al 10% de la población activa que
en otros lugares sería una cifra insostenible).
Si estamos de acuerdo lo
siguiente que deberíamos de hacer es eliminar las cotizaciones sociales de
todos los autónomos y de todos los contratados por esos autónomos y por pequeñas
empresas durante, al menos, esos dos años. En compensación, nadie de los que se
acoja a estas exenciones computará ese período para su pensión o para su
prestación por desempleo.
Por último deberíamos bajar los
impuestos, especialmente los indirectos como el IVA para poner más liquidez en
manos de los consumidores, a la vez que deberíamos lograr que fluya el crédito
a través de un banco público que relaje los criterios de riesgo que actualmente
la banca comercial está aplicando a particulares y empresas.
Si a todo lo anterior le sumamos
el desmantelamiento de la macroestructura de las diferentes administraciones y
mejoramos en eficacia e independencia nuestra justicia, entonces no habrá quien
nos pare.
¿Fácil? Nada en la vida es fácil.
¿Urgente? Muy urgente. ¿Importante? Muy importante.
Pasemos hoy mismo a la acción si
no queremos que en el único sitio de nuestras ciudades donde haya trabajo sea en el nombre de una calle.
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